La Urgencia de una Comunicación de Estado Coherente y Estratégica

Por: Otniel Salcedo

La comunicación de Estado en la administración actual está enfrentando serios desafíos, y estos problemas, de no resolverse con prontitud, pueden comprometer la eficacia de la gestión del primer mandatario. Uno de los temas más críticos es la falta de una dirección centralizada y de una estrategia coherente que conecte el gabinete de gobierno con la visión y misión de la presidencia. Actualmente, lo que debería ser un sistema ordenado y estratégico se está fragmentando en esfuerzos aislados, con cada ministro y director operando como una “isla de poder” sin alinearse con una dirección común de comunicación.

La falta de un órgano rector de comunicación: el monstruo silente

Esta fragmentación ha permitido el crecimiento de lo que podríamos llamar “un monstruo silente”: el uso de la comunicación como un medio de chantaje y presión, lo cual es profundamente dañino. Los ministros y directores no responden a una narrativa de Estado coherente, sino a intereses propios o a dinámicas de poder individuales. Esto da lugar a una comunicación de Estado inconsistente y errática, que termina afectando negativamente la percepción pública de la gestión gubernamental y debilitando su credibilidad.

La comunicación de un gobierno no puede ni debe limitarse a intercambios ocasionales de preguntas y respuestas en un palacio, donde la audiencia digital apenas se interesa. Al contrario, estamos en una era digital en la que el contenido bien estructurado y las acciones inmediatas en redes sociales son fundamentales. Actualmente, cualquier influencer tiene la capacidad de triplicar la audiencia que estos canales oficiales alcanzan, lo cual debería ser un llamado de atención para replantear cómo se está gestionando la comunicación de Estado.

Asesores y medios tradicionales: cuando la experiencia se vuelve una carga

La dependencia excesiva de asesores tradicionales y de medios convencionales ha creado un escenario de inacción en las plataformas digitales, mientras las estrategias carecen de cohesión y agilidad. La publicidad se ha convertido en un recurso dominante, y aunque es parte importante del proceso comunicacional, no representa por sí misma una estrategia completa ni relevante para las audiencias actuales. Una estrategia de comunicación de Estado no es simplemente colocar anuncios; es construir una narrativa sólida y veraz, que conecte con las personas y anticipe sus preocupaciones y dudas.

Este vacío en la comunicación estratégica deja un terreno fértil para los llamados “comunicadores chantajistas,” quienes han encontrado en el gobierno una fuente de ingresos al ofrecer “silencio” a cambio de apoyo económico. Esto no solo es éticamente cuestionable, sino que fomenta una percepción negativa del gabinete de gobierno y de las políticas que busca implementar. Esta dinámica perversa podría detenerse mediante una estructura de comunicación centralizada, liderada por personas que no dependan de halagar a ministros o directores, sino de prevenir crisis y construir confianza con la ciudadanía.

La lección de El Salvador: centralización y contundencia

Existen modelos exitosos que podríamos observar y aprender de ellos. En El Salvador, por ejemplo, se maneja una sola dirección de comunicación estatal, y solo el presidente y sus decisiones clave son el rostro de esta narrativa unificada. Esta claridad de propósito y estructura permite mantener un mensaje claro y constante, además de fortalecer la autoridad del mandatario al reducir el ruido que generan voces disonantes.

Este enfoque podría adaptarse a nuestro contexto, centralizando las decisiones estratégicas de comunicación en una única dirección de Estado. Con una estructura sólida y unificada, el gobierno podría responder rápidamente en momentos de crisis, abordar los problemas reales de la ciudadanía, y comunicar sus acciones de manera efectiva. Este modelo también reduciría la proliferación de comunicadores oportunistas que, en su búsqueda de beneficios, siembran discordia en el seno del gobierno y confusión en la sociedad.

Un llamado a la acción: liderar una reunión estratégica en comunicación de Estado

Urge que el presidente, como líder de la administración, encabece una reunión con todos los directores de comunicación de Estado y establezca una hoja de ruta clara para una comunicación unificada y coherente. No se trata simplemente de realizar cambios en el gabinete, sino de establecer las bases para una estrategia de comunicación de Estado moderna y proactiva, que incluya no solo una reorganización de los departamentos, sino una reevaluación de su misión y visión en este rol fundamental.

Estamos en la era digital, en la cual cualquier persona con un teléfono puede poner en tela de juicio la veracidad de los mensajes oficiales. Sin embargo, con una dirección de comunicación eficiente y con acciones rápidas y continuas, esta realidad digital puede ser una fortaleza en lugar de una amenaza. Contamos con un equipo de servidores públicos y de creativos que, con la dirección adecuada, pueden transformar la comunicación estatal en un motor de cambio que genere confianza, muestre empatía, y refleje el compromiso del gobierno con su gente.

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